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Julieta Pellieri

Mi nombre es Julieta, me defiendo como niñera y profe de ajedrez, estudio Comunicación Social e Inglés, bailo mucha zumba, soy feminista, tengo unas amigas maravillosas y una familia encantadora. Hace poco más de un año emprendí un cambio de vida, me sometí a un by pass gástrico que me ayudo a pasar de 121, 700 kg a los 65, 200 kg que peso en la actualidad, con mi 1,58 mts y mis 26 años.
Para comenzar a hablar un poco de mi historia de vida, les cuento que de bebé “ya era así” dado que tenía una línea de peso en mi libreta sanitaria que siempre bordeaba con el límite de la obesidad, despertando más peligro en pediatras que en familiares y a lo largo de la infancia simplemente me conformaba con ser siempre “la gordita del curso”.
Pero las iniciativas para cambiar de vida, nunca me faltaron a lo largo de mi adolescencia ya que en séptimo grado, pensé que para ser más feliz y encajar mejor debía someterme a un cambio externo, así que allí fue que comencé mi primer más que exitoso plan alimenticio, mal llamado “dieta” para pasar de 69 kilos y medio (Prácticamente lo mismo que peso ahora, cuando me amo más que nunca, irónico, ¿no?) a los 56. Yo quería llegar a los 48 como mis compañeras, nadie me avisaba que con mis “huesos grandes” eso ya era imposible.
A lo largo de esos años hormonales, emprendí todo tipo de consultas nutricionales, gimnasios, planes de revistas para adolescentes, rutinas de ejercicio y cuanta cosa que me llevara mas cerquita al modelo impuesto, fuera posible.
Los motivos que me fueron llevando a desistir una vez que alcanzaba cierto descenso fueron muchísimos, todos más que familiares para cualquiera que haya padecido obesidad; expectativas irrealistas, cansancio, auto-exigencia y falta de límites.
Pero para no aburrirlos con pormenores de la adolescente con acné y baja autoestima que en los cumpleaños de 15 desea un trozo de tarta de la mesa dulce con más locura y desesperación a que la saque a bailar el chico que le gusta, voy a avanzar hasta el presente. Sucede que muchos me preguntan porque tomar esta arriesgada decisión que pudo haber repercutido negativamente en mi salud siendo tan joven, cuando podría simplemente haber “cerrado la boca y ya” o “mover un poco más el culo”.
Para llegar a tomar la decisión de realizar esta intervención quirúrgica, los motivos que sopesé fueron incontables  a nivel salud, tiempo, economía, posibilidades, energía, factores genéticos y síndrome metabólico entre otros. Pero me pareció más conveniente contarles porque o menor dicho por quien/es NO tome esta decisión, y aquí están:
NO por la autoproclamada líder del curso, a quien cuando le dije en broma A LOS 10 “ahí va el que te gusta”, respecto de un vecino corpulento de ella, me contestó; “ese será tu novio porque la grasa desagradable se gusta entre sí”.
NO por los vecinos que venían a conocer a mi hermana recién nacida y murmuraban “que hermosa bebé, nada que ver con la gordita más grande”.
NO por el compañero de curso, que A LOS 11 pensó que sería divertido apodarme “Betty la fea gorda”
NO por la tía que me dijo A LOS 12, sos gordita PERO linda, deja de inventar que en la escuela te hacen la vida imposible, tenés que ser mas sociable vos.
NO por la vieja barredora de vereda que A LOS 13 me encontró en la farmacia haciendo los mandados para mi familia y me dijo; “cada día más gorda, igualita a la madre”
NO por la infame modista que me dijo A LOS 14: “vas a estar tan linda con este conjunto, solo te faltaría adelgazar”
NO por la mama de una amiga que me dijo A LA MISMA EDAD, “mi vida, para que te gastas en salir a caminar, para adelgazar NO HAY QUE COMER”.
NO por el tío que al finalizar de ver el video de mis 15 años me dijo, “el culo más grande de todo tu grupo de amigas es el tuyo, vas a tener que trabajar toda tu vida para cambiar eso”.
NO por los parientes más que lejanos, que en el velorio del tío que me crio a los 16, se apresuraron a venir a decirle a mi mama que necesitaba hacerme hacer algo para adelgazar urgente antes de que fuera tarde
NO por la otra modista que me dijo A LOS MISMOS 16, sos la primera gordita que no tiene buena espalda.
NO por compañeros los que cuando aparecía “la gorda” de la novela, se reían y me señalaban.
NO por la profesora senil que me dijo A LOS 17, no podes seguir engordando, así NADIE TE VA A QUERER, e hizo que me ganara la empatía de las compañeras que hasta el momento me odiaban.
NO por el pibe que me dijo a A LA MISMA EDAD, “vos sos divina, la mujer perfecta, estoy enamorado pero vivimos en una ciudad chica, yo estoy en una banda y no me puedo hacer ver por la calle con una gorda”.
NO por el “amigo afeminado, rubiecito y menudito” que intento abusar de mi durante una borrachera A LOS 18 e hizo que ni se me ocurriera ir a denunciar.
NO por el adicto coordinador de viajes de egresados, que se encargo de hacerme la vida imposible respecto a mi peso durante los diez días que duro el mismo.
NO por el misógino profesor universitario que A LOS 19 me dijo a fin del taller para el cual me había esforzado todo el año, “faltaste mucho en el primer cuatrimestre, la nota te da 8,53 así que cerramos en ocho” mientras que a las “lindas y flacas” de la comisión les regalaba nueves y diez a lo loco.
NO por la amiga que AL CUMPLIR 20 y contarle un drama familiar en mi fallida fiesta de cumpleaños sobre mí no relación con mi papa biológico y como este NUNCA había cumplido con la cuota alimentaria, no tuvo mejor manera de reaccionar que agarrarme la panza y decirme, “hambre no se te nota que pases”..
No por el otro profesor de la facultad, que A LOS 21 me miro de arriba abajo y dijo: “hay que derribar el sistema, a mi me dan mucho asco los y las gordas que comen desaforados en MC Donalds”.
NO por el pibe al que golpee en la cara en la entrada del boliche porque recibía a todas las chicas con sobrepeso agarrándolas de la panza.
NO por la compañera de facultad que me miró con sorna y me dijo que “todas las gordas eran ridículas”, al yo hacer hincapié en los malos personajes de los que dotaban a la actriz Mirta Wons.
NO por la coinquilina de departamento que me usaba la PC a escondidas y se refería a mí como “LA GORDA ASCO”.
NO por las dos amigas A LOS 22 que cenando en una despedida de año dijeron que era imposible que a un ex participante del programa de televisión “Cuestión de Peso”, lo hubieran violado, por que “quien iba a querer abusar sexualmente de una persona gorda”.
No por la entrevistadora laboral que A LOS 23, me miro de arriba a abajo y me negó un trabajo que necesitaba y para el cual estaba sobre-calificada alegando que “no daba con el perfil buscado”, situación que continuo repitiéndose.
NO por el borracho alfa de la previa que A LOS 24 dijo mirándome, “a quien le puede gustar Adele con lo gorda y desagradable que es”.
NO por la pariente lejana, que  A LOS 25 me dijo, “si no fueras gorda y fea, seguro no serias feminista”.
Estas son solo algunas de las cuestiones, que me llevaron a decir BASTA.
Y estos son, simplemente, algunos de los beneficios de los que gozo, en el peso en que me encuentro, hoy por hoy, los motivos por los cuales decidí SI hacerlo;
Porque puedo correr, caminar rápido y mucho, saltar, tirarme al piso y hacer todo tipo de actividad física sin sentirme mal ni agitarme.
Porque deje de roncar.
Porque mi apnea de sueño se curó.
Porque mis problemas menstruales desaparecieron por completo
Porque mi caspa, mi seborrea y mi acné quístico de adulto se curaron sin necesidad de “productos mágicos y milagrosos”.
Porque puedo bailar toda la noche sin descomponerme.
Porque las clases de zumba en verano dejaron de ser una tortura
Porque no me agito al caminar y charlar.
Porque deje de cargar conmigo un constante paquete de toallitas húmedas para palear la transpiración.
Porque puedo dormir seis horas seguidas y no amanecer cansada.
Porque puedo torcerme un tobillo y no perder un mes en recuperarme.
Porque los días femeninos dejaron de ser una semana entera fatal.
Porque mi bruxismo y contracturas constantes mejoraron.
Porque pasé de talle XXL a S/M y puedo usar lo que me gusta con menos complejos.
Porque puedo hacer upa a un bebe/levantar algo pesado y no tener repercusiones durante una semana seguida.
Porque puedo cortarme las uñas de los pies, depilarme las piernas y usar cremas sin hacer maniobras fuera de este mundo.
Porque a nivel laboral/académico pude desarrollar una mayor autoestima para “hacerme valer”.
Porque puedo reír, bailar, correr, ser yo misma en público sin estar con miedo a la mirada contemplativa/condescendiente hacia la “gorda”.
Porque la gente, no toda, sino la que vale la pena, finalmente puede ver a la verdadera “yo” detrás de todos esos kilos.
Porque deje de necesitar seis litros diarios de liquido por día para sobrellevar las temperaturas elevadas.
Porque sin importar las miradas ajenas, hoy puedo AMARME y ser feliz.